Este es mi primer artículo en la web y aún no sé qué decir. No es que no se me ocurra nada, pues tengo cientos de pensamientos en la cabeza; ni tampoco que estos pensamientos no sean interesantes o importantes, pues para mí lo son: es solo que llevo un buen rato mirando esta página en blanco y, simplemente, no sé qué poner. Pero es que no tengo ni idea.
Muchos de vosotros seguramente seáis lectores habituales y hayáis hecho vuestros propios pinitos como escritores pero, lo que es casi seguro, es que os habéis sentido identificados con esto que me pasa a mí. Hay quien lo denomina “fenómeno de la mente en blanco”, pero yo prefiero llamarlo “síndrome del escritor expectante”, por eso de darle un poco de dramatismo.
¿Y qué es un síndrome sino la concurrencia de numerosos achaques? Tanto a los escritores como a los que nos gustaría serlo nos han achacado vaguería crónica, fiebre bohemia, efectos secundarios del esnifado de tinta e incluso un raro trastorno del sueño que nos hace confundir realidad con fantasía.
Nuestra mente está en un constante torbellino de ideas: nos inspiramos mirando una piedra, el arrullo del viento nos hace pensar en espíritus y el fluir de una corriente de agua nos habla de leyendas saltarinas cuyos ecos se pierden en el olvido; pero a veces son tantos estos simbolismos que nos sentimos incapaces de plasmarlos armónicamente sobre un lienzo de papel.
¿Para qué, pudiendo disfrutar en paz con los jirones de la imaginación sin que nadie nos moleste en nuestra "nothing box"? Y nos quedamos expectantes, a la espera quizá de que las historias cobren vida por sí mismas y se arrojen en suicidio colectivo fuera de nosotros, pero nunca demasiado lejos.
Por suerte, no existe una cura para este síndrome del escritor expectante (o egoísta, si acaso no quiere compartir su mundo con los demás), por lo que solo nos queda una cosa por hacer: seguir escribiendo, escribir como alimento y forma de tránsito, para todos o para nadie, pero escribir hasta quedar tan secos como un bolígrafo y tan agotados como un ordenador sin batería.
Como todo, solo hace falta empezar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario