No comprendo los anglosajonismos. Si hablásemos parsi o
chino, pues bueno, todavía podría entenderlo; pero que nosotros, que hemos
heredado las grafías de las antiguas Grecia y Roma y que compartimos el mérito
de ser el idioma más cultivado desde antes de que el Quijote se volviese loco,
escribamos “Akhenatón” con Kh y lo pronunciemos como tal, es para matarnos.

Por ejemplo: J.R.R.
Tolkien llamó a las minas de Moria de El
Señor de los Anillos Khazad Dûm (esto es, Jazad Duum), pero casi todos los
hispanohablantes lo pronuncian “Kazaz Dum”, y se quedan tan panchos. O, para
quien le guste la Historia, también está el famoso caso del volcán griego que
estalló en el Egeo, hundiendo la mitad de la isla en la que se asentaba y cuyo
nombre los ingleses escriben con Th: Thera (es decir, Zera), mientras nosotros,
en vez de escribirlo con la hermosa Z que nuestro alfabeto ha heredado de los
griegos, escribimos también “Thera” y la pronunciamos “Tera” (es decir, mal);
al igual que hacemos con Akhenatón, cuando deberíamos escribir y leer
“Ajenatón”, o con Gengis Khan (en realidad Gengis Jan), etc.
Yo a esto lo llamo contraevolución lingüística, no tanto
por el hecho de que no usemos las grafías que dan personalidad propia a nuestra
lengua, sino porque impedimos que nuestro idioma continúe avanzando. Cedemos
terreno a anglosajonismos inútiles que designan poco y mal conceptos que
nuestro idioma es capaz de nombrar sin despeinarse.
En la actualidad parece que si no
imitamos todo lo que huela a británico somos unos carcas, unos mediocres o algo
así y, sin quererlo, nos estamos olvidando de que nosotros ya tenemos grafías
muy precisas para designar estos y otros muchos sonidos. Puede quedar mal
decirlo así, pero si los anglosajones no son capaces de pronunciar/representar
ciertos sonidos, es su problema, no el nuestro. Ahora bien, si nosotros sí que somos capaces de
hacerlo… ¿Por qué narices no lo hacemos?
Supongo que habrá que
esperar a que la memoria empiece a hacer recuento
y el mundo se reorganice otra vez. Hasta entonces, me temo que nosotros
continuaremos recogiendo las migajas que dejan caer los otros mientras la
olvidada hogaza que llevamos en nuestra alforja empieza a coger moho.
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